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Marcando el camino de la intensificación

El manejo ganadero en el norte

En el centro de Formosa, un ambiente difícil, el productor Osvaldo Canesín, con tecnología y buenas prácticas de manejo, desarrolló la ganadería en 7.800 hectáreas. Con esta plataforma, va por más y apuesta por la intensificación.

La ganadería argentina se está consolidando en sus nuevos ambientes productivos, aquellos a los que quedó desplazada por la agriculturización. La mejora genética, las buenas prácticas de manejo y la adopción de procesos y tecnologías están haciendo a sus fortalezas.

Hasta Formosa llegó Clarín Rural para conocer de cerca la nueva realidad ganadera y la historia de la sociedad familiar “Canesín-Welsh”.

La empresa entre Miguel Angel Welsh (“Pilo”, como lo llaman) y Osvaldo Canesín (“Neco”, así lo apodan) comenzó hace 32 años en un negocio asociado a los combustibles y los lubricantes. Ellos son cuñados. La hermana de Miguel Angel está casada con Osvaldo.

Con el objetivo de diversificar actividades, la sociedad se inclinó a la producción agropecuaria con la compra del primer campo ganadero, “El Candil”, de 5.200 hectáreas, a 15 kilómetros de la localidad de Ibarreta, en el centro sur de Formosa, y a 112 kilómetros en línea recta al sur del límite internacional con Paraguay.

Luego, la firma adquirió un segundo establecimiento ganadero en el año 1996, llamado “San Pedro”, de 2.600 hectáreas, y que se distancia del primero en tres kilómetros y se ubica en los cruces de las rutas nacionales 95 y 81. De esta forma, la empresa maneja una sola unidad productiva de cría de 7.800 hectáreas.

La apuesta por la diversificación llevó a que Pilo y Neco se mantuvieran unidos, pero haciendo cada uno lo que mejor saben hacer. Así, Neco quedó a cargo de la producción agropecuaria, mientras que Pilo gerencia el negocio de combustibles.

Afrontar el desafío de “abrir tranqueras” y en una zona con características particulares (Ver Una sequía…), como el nordeste argentino, tuvo sus dificultades pero también dotó a la empresa de muchas fortalezas.

En ambas estancias de la sociedad “Canesín-Welsh” todo se inició desde abajo. El Candil ya tenía un mejor desarrollo agropecuario cuando se adquirió, dice Neco, en cambio, en San Pedro, “no había nada, ni hacienda, ni alambrado, ni corrales” recuerda el productor. De esta forma, se fueron haciendo las inversiones en instalaciones y comenzaron a poblar el campo con hacienda de la raza Braford. “Nos dedicamos por esta raza por su mansedumbre y docilidad”, señala Canesín, en diálogo con Clarín Rural.

Durante estos casi veinte años en ambos campos se hizo desarrollo ganadero para, a partir de ahora, apostar a la intensificación (VerObjetivo…).

Todo comenzó con la limpieza del bajo monte, manteniendo las especies grandes y añosas de quebracho, algarrobo e itín, se sembraron pasturas dentro y fuera de los montes, se invirtió en instalaciones (alambrados, boyeros eléctricos, aguadas y corrales) y se ajustó el manejo del rodeo. Todas estas tecnologías que en otras zonas de tradición ganadera ya están consolidadas hace tiempo, desarrollarlas en estos ambientes significó grandes pasos.

Entre ambos campos se maneja un presupuesto forrajero a base de 2.500 hectáreas de campo natural y la siembra de dos especies megatérmicas: 600 hectáreas de gatton panic, una especie muy preferida en el noreste argentino por su tolerancia a ambientes semiáridos, y 800 hectáreas de pasto estrella, una gramínea que requiere un manejo artesanal ya que sus estolones deben sembrarse de forma manual.

Para el productor, la tolerancia al manejo rústico de estas especies es clave, tal es así que Neco afirma que tiene lotes de pasto estrella sembrados desde el año 1996. Además se adaptan bien a la estacionalidad del clima de la región, es decir, que producen un excedente de forraje en la primavera-verano, en contraposición con el escaso o nulo crecimiento durante la estación fría.

De esta forma, durante el invierno en los establecimientos deben recurrir al aporte de un verdeo (avena) o la suplementación con semilla de algodón, rollo de alfalfa y grano de maíz, la cual se utiliza para la mantención de las hembras o la recría de vaquillonas. Con esta táctica de manejo y, en particular con las vaquillas, el productor logra que las madres se preñen con 15 a 18 meses de edad, un notable desarrollo para una zona difícil. Las hembras son todas inseminadas y luego se hace un “repaso” con monta natural con los toros, explica el productor.

Lo importante, destaca Canesín, es el seguimiento de la vaca luego de la parición, para que no caiga su condición y que pueda preñarse en el tiempo adecuado, de lo contrario, se pierde un año con la hembra sin ternero. La ternerada que va a la venta sale con 220 kilos. “No me gusta vender muy liviano ya que hay pasto para que el ternero gane unos kilos más”, dice Neco.

Por su parte, la estacionalidad del pasto también regula la carga animal de los campos, otra característica que Canesín transformó en fortaleza del sistema, y le da sustentabilidad.

“Por la oferta forrajera del verano, el campo tiene un potencial para que pastoree una cabeza por hectárea, aunque la carga se mantiene en 0,3 cabezas, en promedio, todo el año ya que a la salida del verano la producción del pasto cae mucho. Con la suplementación invernal la carga se mantiene casi estable con 0,25 animales/ha”, aporta Fernando Lamuedra, ingeniero agrónomo, sobrino de Canesín, y quien se está involucrando de a poco en el manejo técnico del campo. El rodeo total tiene actualmente 3.200 cabezas.

Además, con la elección de la buena genética que hicieron por muchos años, la empresa tiene en trámite la aprobación de la cabaña. La gestión comenzó hace tiempo y ya debió estar finalizada, explica Lamuedra, pero la sequía de los últimos años obligó a mezclar todo el rodeo.

Las buenas prácticas de manejo y las ideas sustentables marcan el rumbo allá, en el norte argentino, donde se está armando la nueva historia ganadera del país.

Objetivo: intensificar

El objetivo del manejo alimentario en El Candil y San Pedro, los campos de la sociedad Canesín-Welsh, es que cada establecimiento autoabastezca a la ganadería con la producción de granos obtenida en el campo. En San Pedro, la campaña pasada se hizo un lote de 26 hectáreas de sorgo, además de 80 hectáreas de avena para sostener la carga invernal del campo. “El desarrollo de superficie agrícola en planteos ganaderos es un aspecto que al productor de la zona le cuesta asumir, ya que considera que le saca superficie a la ganadería, aunque sin embargo no es así ya que se está generando el alimento para otra época del año de déficit”, dice Fernando Lamuedra, asesor técnico de los establecimientos. Por el momento, la suplementación invernal se hace con semilla de algodón, rollos y grano de maíz que se compran en la zona.

Una sequía severa

El comportamiento del clima del centro-sur de Formosa tiene un impacto fuerte para el manejo ganadero en los campos de la sociedad “Canesín-Welsh”. Las altas temperaturas del verano y el viento cálido del norte se llevan mucha agua y son característicos de la zona. Sin embargo, Osvaldo Canesín, uno de los socios de esta firma, dice que fue atípica y fortísima la sequía que castigó a la región por los últimos cinco años, con lluvias anuales de 500 milímetros o menos, valores que están muy por debajo del promedio anual de 900 milímetros. “Esto no lo había visto nunca. Se secó una laguna, algo que no ha ocurrido jamás”, se lamenta Canesín.

“Hace dos meses que estamos saliendo de esta seca”, apunta, con alegría, su sobrino, Fernando Lamuedra que es ingeniero agrónomo. Y advierte: “Entre marzo y abril ya llovieron 800 milímetros, casi lo que tiene que llover todo el año. Pasamos de un extremo a otro”.

Por su parte, Canesín explica que “en los últimos años invertimos en aguadas por todo el campo y todos los molinos se salinizaron por el descenso de las napas. Al no haber recargas por las lluvias del agua subsuperficial, la extracción desde el acuífero no entrega agua de calidad para el consumo de la hacienda”.

Publicado el: 24-06-14                                        Fuente: Clarín