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Avances sobre digestión del ganado vacuno y ovino

Desarrollan una tecnología en la FAUBA en base a alimentación con fibras de baja calidad y una solución de urea. Con baja inversión aumenta la ganancia de peso y mejora los índices de preñez.

El desarrollo de una tecnología innovadora, que requiere una inversión mínima por parte de los productores ganaderos, permitiría a los establecimientos de cría bovina y ovina aumentar su ganancia de peso y los índices de preñez y parición, entre otros resultados, a partir de un mejor aprovechamiento de los residuos de cosecha y de ciertos pastos de baja calidad nutricional.

La investigación ha sido realizada por Florencia Miccoli, docente de la cátedra de Nutrición y Alimentación Animal de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA), y muestra que al aplicarle una solución de urea a estos materiales de alto contenido de fibra (MAF) se les puede aumentar, a bajo costo, hasta 6 veces su contenido de proteína e incrementar su digestibilidad (es decir, su grado de aprovechamiento). Esto puede ayudar a mejorar los índices productivos tanto en sistemas de cría como en producción ovina, según publica el Servicio de Prensa y Divulgación Científica y Tecnológica de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires.

El forraje tratado químicamente aumentó hasta 6 veces su cantidad de proteína y hasta un 34% su digestibilidad.

“Los rumiantes, y en particular las vacas, son muy eficientes para convertir forrajes de bajo valor nutritivo en grasa de alto valor energético, en músculo y en leche. Los forrajes de baja calidad son un recurso barato y muy abundante, y por eso terminan siendo los más utilizados, sobre todo en la cría bovina dados los bajos requerimientos de esas vacas. Pero, en realidad, les aportan poco nitrógeno y les resultan poco digeribles”, afirma la investigadora que asegura que «en otros países, como Estados Unidos y Australia, se estaban desarrollando exitosamente líneas de investigación que buscaban elevar la calidad de estos forrajes a partir de tratamientos físicos y químicos. Por eso nos contactamos con investigadores de la Universidad Nacional del Sur, que también estaban investigando en el tema, y comenzamos a trabajar”.

Aunque las vacas de cría no necesitan dietas de gran calidad, en períodos tales como después del parto y durante el servicio sí requieren de una calidad mayor. La técnica desarrollada por Miccoli permitiría cubrir esas necesidades: “Nuestros resultados muestran que trozar el forraje, aplicarle urea diluida en agua y ensilarlo aproximadamente un mes eleva el contenido de nitrógeno y el aprovechamiento de la dieta en bovinos y ovinos. Por un lado, el picado favorece la acción del tratamiento químico. Por otro lado, la amonificación agrega nitrógeno inorgánico y ataca la fibra vegetal, aumentando el grado de degradación del forraje y elevando su porcentaje de nitrógeno. Además, el forraje ensilado se conserva mejor ya que la urea inhibe el desarrollo de hongos. Por último, el ensilado da tiempo a que actúe la urea y permite que el forraje quede apto para ser consumido al finalizar el almacenamiento. Disponer de más proteína y energía (por el aumento en la digestibilidad) ayuda a que los animales eleven su potencial de consumo, ganen peso y mejoren, por ejemplo, sus índices de preñez y parición.”

La técnica ajustada por Miccoli y colaboradores sería una opción factible. “Nuestra tecnología es sencilla. La urea es un producto muy usado como fertilizante, es relativamente barato y fácil de conseguir. Por otra parte, los productores están acostumbrados a usar y poseen máquinas tanto para picar los pastos como para aplicar la urea, al igual que para enfardar o hacer rollos o silos. Sólo sería cuestión de cortar, aplicar, enfardar y esperar. En principio, los costos serían bajos”, afirmó Florencia.

Miccoli —quien también es docente de Nutrición Animal de la Facultad de Ciencias Agrarias (UNLZ)— realizó sus experimentos en el Laboratorio de Nutrición de Rumiantes de la UNS y el INTA de Bordenave. Los MAF que empleó provinieron de pastizales naturales y de restos de cultivos.

“El 70% de la superficie de Argentina son pastizales naturales donde se realiza cría bovina, ovina y caprina. Nosotros trabajamos mucho con agropiro alargado (Agropyron elongatum) y pasto llorón (Eragrostis curvula) diferidos, dos forrajes importantes en abundancia en zonas semiáridas, aunque en muchos casos subutilizados. También usamos paja de cebada (Hordeum vulgare) y de sorgo forrajero (Sorghum bicolor). Estos cuatro materiales son los que más respondieron a nuestros tratamientos: su contenido de proteína aumentó hasta 6 veces, y su digestibilidad se elevó un 34% para agropiro, por ejemplo”, le comentó la investigadora a SLT.

A pesar de lo novedosa que puede resultar esta tecnología para nuestro medio, en otros países ya se ha difundido entre los productores, en particular en aquellos en vías de desarrollo, donde los MAF representan un recurso clave para la producción animal. Este es el caso de diversas áreas de África, América Latina y Asia.

Fuente: Revista Chacra